Llegaba
la madrugada,
y
yo sin cerrar los ojos
daba vueltas en la cama,
daba vueltas en la cama,
quería
poder dormirme
y el calor no me dejaba
y el calor no me dejaba
así,
que me levanté
y me acerqué a la ventana.
y me acerqué a la ventana.
Era
una noche muy clara,
en
el cielo las estrellas,
lucían
como brillantes
al firmamento engarzadas,
al firmamento engarzadas,
en
medio, la luna llena
desprendía rayos de plata
desprendía rayos de plata
salpicando
el azabache
de aquella noche encantada.
de aquella noche encantada.
¡Qué
sosiego, qué silencio!
¡qué
calma se respiraba!
ya
no quería dormirme,
sino,
poder contemplarla.
Saqué
del cajón un lápiz
y
algunas cuartillas blancas
para
plasmar con palabras
el
sentir que me embargaba.
Noche,
bonita y serena
que
me calmas y relajas
contemplando
tus estrellas
desde
el balcón de mi casa.
Noche,
de verano clara
que
con tu brisa me besas
y
me bañas con los rayos
de
tu luna plateada.
Noche
hermosa y perfumada
con
olor a hierbabuena
y
con aroma de rosas,
de
jazmines y azucenas.
Musa
de grandes poetas
hogar
de errantes gitanos,
que
te cantan y te bailan
alrededor
de una hoguera.
Noche
que prestas tu sombra
a
miles de enamorados
para
que puedan besarse
y
se hagan arrumacos.
Noche
que me traes murmullos
del cantar de alguna nana
y
sonidos a lo lejos
de
rondas y serenatas.
Noche
bonita y serena
que
me embrujas con tu magia,
el corazón me apasionas
y
me enamoras el alma.
Diciembre del 2000
Ana Mº Catalá Ricarte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario